Evolucion de la Aviacion Durante La Segunda Guerra Mundial
Armas Secretas
LOS AVIONES DE GUERRA Y ARMAS SECRETAS
Al
 hablar de las armas secretas utilizadas durante la Segunda Guerra 
Mundial, especialmente las alemanas, resulta casi inevitable que las 
primeras que vengan a la mente sean la V-1 y su hermana mayor, la V-2 
Casi podrían considerarse como las más representativas, al menos en lo 
que hace a su conocimiento por parte del público, de esa guerra paralela
 librada por técnicos y científicos de ambos bandos para intentar 
superarse con logros cada vez más sofisticados y cada vez más 
destructivos. 
Es
 indudable que en esta contienda tecnológica los alemanes fueron mucho 
más allá que sus enemigos en el desarrollo de armamentos, ya sea si 
consideramos su cantidad o los variados campos que cubrieron. Sus 
diseños en materia de cohetería, por ejemplo, fueron la base para el 
desarrollo, una vez finalizada la contienda, de la investigación 
espacial norteamericana y, en menor proporción, de la soviética. 
Obviamente,
 todas las nuevas armas debían estar rodeadas del más riguroso secreto 
hasta llegar el momento de su entrada en acción. Y aun entonces las 
medidas de seguridad no eran totalmente dejadas de lado y así, por 
ejemplo, se trataba de evitar por todos los medios que un nuevo diseño 
cayera intacto en manos del enemigo. En cuanto uno de los bandos entraba
 en conocimiento, o sospechaba, de lo que el otro estaba planeando, 
inmediatamente sus propios científicos se apresuraban a desarrollar los 
medios para contrarrestarlo o superarlo con un diseño propio. 
De
 ahí el halo de misterio que rodeaba a todos los proyectos y las 
consiguientes intrigas de espías y contraespías, los minuciosos informes
 de inteligencia y las acciones de sabotaje. Aunque no todo lo planeado 
en las mesas de diseño llegaba al campo de batalla. En realidad los que 
llegaron a un estado operativo sólo fueron una mínima parte dej total de
 lo proyectado. 
Así,
 en el campo de la aeronáutica, de un total de cerca de 40 proyectos de 
aviones a reacción diseñados por los alemanes, una veintena no logró 
despegar siquiera de las mesas de dibujo, y del resto, aunque llegaron a
 la faz operativa, solamente tres aviones entraron en combate. De todas 
maneras superaron ampliamente a los aliados que no lograron desplegar 
más que un modelo de aeronave impulsada por turbinas: nuestro viejo 
conocido el Gloster “Meteor“. Precisamente cinco días antes de 
que estallara la Guerra, el 27 de agosto de 1939, levantaba vuelo en 
Alemania el primer avión impulsado por turbinas del mundo. 
 Era la culminación de los estudios iniciados tres años antes por el Dr. Hans Joachim Pabst von Ohain (foto izq.), quien fuera contratado por Ernst Heinkel para trabajar en su fábrica, y que llevaron a ese primer aparato: el Heinkel He 178. (imagen abajo)
Era la culminación de los estudios iniciados tres años antes por el Dr. Hans Joachim Pabst von Ohain (foto izq.), quien fuera contratado por Ernst Heinkel para trabajar en su fábrica, y que llevaron a ese primer aparato: el Heinkel He 178. (imagen abajo)
Sin
 embargo, este prototipo no fue desarrollado debido a problemas 
insolubles en ese momento derivados de la instalación de la turbina 
dentro del fuselaje, por lo que fue dejado de lado en favor de otros 
proyectos. 
En realidad el primer avión de combate en operación fue el Messerschmitt Me 262 (foto abajo), que entro en servicio en la  segunda mitad de 1944, cuando ya era tarde para volcar el resultado de la contienda. 
Cabe
 destacar que los diseños de esta máquina databan de varios años antes y
 se ordenó la construcción de los primeros prototipos a principios de 
1940, pero la creencia por parte de la cúpula alemana que la guerra iba a
 terminar “muy pronto” motivó que el proyecto se viera demorado hasta 
que el curso desfavorable de las acciones bélicas los llevó a impulsar 
otra vez su desarrollo. 

Messerschmitt Me 262
La entrada en servicio del Me 262 significó no sólo el inicio de la era del jet, sino también un verdadero problema para los aliados que solamente podían oponerle el caza a hélice P-47 Thuderbolt (imagen abajo),
 el que, a pesar de su gran maniobrabilidad, era superado en velocidad 
por más de 100 km/h. No obstante, otro error táctico por parte de Hitler
 y sus generales hizo que el Me 262 fuera usado en distintos tipos de 
operaciones en las que no rendía tan buenos resultados como cuando 
desempeñaba su rol principal de avión de caza. 

P-47 Thuderbolt
El segundo jet en servicio durante la guerra también fue alemán, era el Arado Ar 234 Blitz,
 diseñado como bombardero y avión de reconocimiento. Al igual que el Me 
262 era impulsado por dos turbinas ubicadas debajo de las alas y además 
estaba dotado de una cabina presurizada y asientos eyectables. 
El otro avión a reacción que logró entrar en acción fue el Messerschmitt Me 163 Komet. Al contrario de sus dos hermanos de armas, el Komet
 estaba impulsado por un motor cohete —y no por turbinas— que le 
permitía alcanzar una velocidad por ese entonces fabulosa: 950 km/h, si 
bien sólo podía mantenerla por escasos tres minutos que era el tiempo 
que demoraba en consumir el combustible. 

Messerschmitt Me 163 Komet
En
 una oportunidad, el 2 de octubre de 1941, un Me 163 fue remolcado hasta
 3.500 metros de altura por un avión de hélice —con el fin de ahorrar el
 combustible— y una vez alcanzada esa cota encendió su motor cohete y 
aceleró hasta alcanzar los 1.004,5 km/h. De esa manera se superaba por 
primera vez la “mágica” barrera de los mil kilómetros horarios. Al 
llegar a ese punto piloto se vio obligado a cortar el motor debido a las
 vibraciones en el fuselaje y a una súbita entrada en picada. 
El Komet
 fue empleado para interceptar los masivos bombarderos aliados y tuvo su
 bautismo de fuego en agosto de 1944 con bastante éxito. Sin embargo, 
aunque se llegaron a construir unos 300 aviones, sólo lograron nueve 
derribos hasta el fin de la Guerra. 
El sucesor del Komet fue el  Messerschmitt Me 263 (foto abajo),
 un avión de diseño muy parecido al Me 163 al que se le introdujeron 
varias reformas para mejorar su performance. El primer prototipo voló a 
fines de 1944 y la orden para su producción masiva llegó, como tantas 
otras, cuando ya era imposible llevarla a cabo. De los otros aviones a 
reacción que llegaron a despegar, ya sea impulsados por turbinas o 
motores-cohete, merecen destacarse el DFS 228, proyectado en el 
marco de un programa de investigación de vuelos supersónicos a gran 
altitud y utilizado posteriormente como avión de reconocimiento. 

Messerschmitt Me 263
Así, en el tiempo récord de algo más de dos meses se diseñó, construyó y voló el Heinkel He 162, llamado Volksjáger
 (caza del pueblo). No se fabricó en gran cantidad y los que alcanzaron a
 volar fueron también muy pocos, lo que tal vez fue una suerte para los 
pilotos alemanes ya que defectos de diseño hacían muy difícil su vuelo 
estable. 

Heinkel He 162,
Otro diseño bastante particular fue el del bombardero pesado Junkers Ju 287,
 un tetrarreactor que tenía dos de sus turbinas bajo las alas y las 
otras dos ubicadas en el fuselaje debajo de la cabina y a ambos lados de
 la misma. Lo sorprendente de este avión era la configuración poco 
ortodoxa de sus alas que eran en flecha invertida (es decir, inclinadas 
en un ángulo de 25° hacia adelante), para permitirle alcanzar altas 
velocidades. 
do
 también una serie de aviones provistos de motores cohete de diseño muy 
simple y poco sofisticados, como un intento de interceptar a los cada 
vez más numerosos bombarderos aliados. Ninguno de ellos fue construido 
en gran número y finalmente fueron dejado de lado en favor de otros 
proyectos. 
Por su parte, los aliados no pudieron poner en servicio más que un solo avión a turbinas, el británico  Gloster “Meteor”,
 aunque sólo lo hizo en las postrimerías de la guerra. De todas maneras 
se adjudicó varios derribos de bombas voladoras V-1. Si bien los 
norteamericanos, habían iniciado los trabajos de un avión jet en 1941, 
no fue hasta octubre del año siguiente que voló el primer prototipo. 
Se trataba del Bell XP-59 Airacomet,
 una aeronave dotada de una turbina que le otorgaba una velocidad final 
un poco mayor que la de los aviones convencionales con motor a pistón. 
De todas maneras no llegó a entrar en servicio. 

Pero
 tal vez sea en el campo de la cohetería donde se encuentran las armas 
más espectaculares y de una tecnología realmente de avanzada, que en la 
posguerra constituyeron la base para el desarrollo de la investigación 
espacial de aquellos que debían ser sus víctimas.
Sin
 lugar a dudas los misiles más “famosos” fueron los V1 y V2, productos 
del ingenio de un grupo de científicos germanos entre los cuales se 
contaba el celebra Wernher von Braun. La V1 era en realidad una 
bomba voladora desarrollada por la Luftwaffe como un misil tierra-tierra
 de mediano alcance. Su denominación oficial era Fieseler Fi 103 pero 
luego fue bautizado: como V1, por Vergeltungswaffe (es decir,, “el arma 
de la revancha”). 
En
 líneas generales, la V1 recordaba más bien a un avión que a un cohete 
propiamente dicho ya que estaba dotada de alas, timón y estabilizadores.
 La impulsaba un pulsoreactor montado sobre el fuselaje que le daba una 
velocidad máxima de 645 Km./h y un alcance de 240 kilómetros, con un 
techo operativo de 3.000 metros.
 Era catapultada desde una rampa inclinada a una velocidad aproximada de
 100 metros por segundo y su principal defecto era la imprecisión de sus
 disparos, ya que era orientada hacia el blanco elegido y una vez sobre 
él se apagaba su motor y simplemente descendía planeando hasta hacer 
impacto “donde cayera”. 
De
 todas maneras los londinenses nunca olvidarán el particular sonido de 
su reactor y el angustiante silencio antes de la explosión. Mientras 
tanto, el ejército impulsaba su propio proyecto, oficialmente denominado
 A4 y posteriormente rebautizado como V2, en el centro secreto de 
investigación de Peenemünde. 
Los
 estudios sobre este cohete se iniciaron a principios de 1940 y recién 
dos años después se logró llevar a cabo la primera prueba estática. En 
realidad el programa de desarrollo no contaba con el apoyo total del 
Führer, quien lo veía simplemente como un triunfo técnico más que como 
un arma revolucionaria. 
No
 obstante, y gracias al firme apoyo del ministro de Armamentos, Albert 
Spéer, en diciembre de 1942 se inició su producción en serie. En total 
se construyeron unos 6.000 V2 aunque sólo fueron disparados 
aproximadamente la mitad de esa cifra. De éstos, unos mil hicieron 
impacto en las Islas Británicas, y el resto cayó en el continente. 
Precisamente el primero de ellos explotó en París el 5 de setiembre de 
1944 y cuatro días más tarde caían los primeros sobre Londres. 
El
 V2 desarrollaba una velocidad máxima cercana a los 5.600 Km./h, lo que 
lo hacía inalcanzable para los aviones aliados, mientras que su 
trayectoria tenía un apogeo de 95 kilómetros con un alcance de 300 Km. 
El peso total del cohete era de 12.900 Kg. de los cuales 975 eran de 
explosivos. Los otros misiles utilizados por los alemanes fueron el 
Rheinbote, también tierra-tierra, y los aire-tierra FritzX y el Henschel
 Hs 293 y el antitanque X7. 
Quedó
 en la mesa de diseños, entre muchos otros proyectos, el denominado 
A9/A10, que era un cohete V2 modificado acopiado con otro de mayor poder
 en lo que iba a constituir el primer ICBM (proyectil balístico 
intercontinental) de la historia, con un alcance cercano a los 5.000 
kilómetros lo que le hubiera permitido atacar a Nueva York. Pero los 
ingenios bélicos no se limitaron al aire. También en tierra y mar 
surgieron, siempre rodeados del mayor de los secretos, armamentos nunca 
vistos que “reducirían”, al decir de sus inventores, la duración de la 
guerra. 
ASÍ
 en el campo de los blindados, los británicos desarrollaron un tanque 
pesado de asalto de 78 toneladas de peso equipado con un cañón de 32 
libras. Su nombre que al mismo tiempo resulta su mejor y más sintética 
descripción, era “Tortoise” (tortuga). 
También
 los norteamericanos desarrollaron un tanque superpesado que denominaron
 T28 y que alcanzó 75 toneladas de peso. Dotado con un cañón de 105 mm. y
 un blindaje máximo de 205 mm., apenas desarrollaba 15 Km./h. Pero, una 
vez más, los alemanes superaron todo lo visto hasta el momento con el Maus (ratón).
 Proyectado por el Dr. Ferdinand Porsche a partir de 1942, sólo se llegó
 a construir un prototipo de este tanque-monstruo al que sorprendió el 
final de la guerra sin estar concluido. El Maus pesaba 188 
toneladas y estaba artillado con dos cartones uno de 128 mm. de calibre y
 otro de 75 mm. Poseía un motor de 1.375 caballos de fuerza con 
transmisión eléctrica lo que le daba una velocidad máxima de algo menos 
de 20 Km./h. 
Para
 confirmar la antigua puja entre blindaje y proyectil, ambos bandos en 
pugna diseñaron una infernal variedad de cañones antitanque que 
disparaban distintos tipos de proyectiles perforantes que doblegaban a 
los gruesos blindajes. Durante la última contienda se desarrollaron 
también los cañones sin retroceso que llegaban a ser tan livianos y 
manuables que podían ser disparados desde el hombro por un solo soldado,
 como el conocido “bazooka” norteamericano. En materia de armas de puño 
resalta como curioso un aditamento, llamado Krumrnlauf, que permitía, literalmente, disparar “a la vuelta de la esquina”. 
Consistía
 de un cañón curvado en unos 45° con un visor especial y estaba pensado 
para disparar desde vehículos blindados a soldados que hubieran 
conseguido ubicarse junto a los lados, fuera del alcance de las armas 
normales. 
Los
 alemanes también desarrollaron una gran variedad de aparatos de 
puntería mediante rayos infrarrojos para disparos nocturnos y una 
ametralladora, la MP43 que sería la antecesora de los modernos rifles de
 asalto. No todos los ingenios se referían exclusivamente a armas 
propiamente dichas, ya que fueron de decisiva importancia los adelantos 
logrados por los británicos en materia de radares y sonares —el primero 
en la guerra aérea y el segundo en la lucha antisubmarina— en los que se
 mantuvieron siempre un paso adelante de los técnicos alemanes. Por su 
parte, los germanos contaban con el Schnorkel, un ingenioso dispositivo 
que permitía la provisión del oxígeno vital para tripulaciones y 
máquinas de los submarinos, mientras permanecían sumergidos.
Una
 sencilla válvula flotante impedía que e! agua entrara al sistema. Pero 
fue en el último año de la guerra, en 1945, cuando realmente se alcanzó 
la cumbre tanto en lo que hace al desarrollo científico y tecnológico 
estadounidense como en el máximo secreto del que fue rodeado el 
proyecto. También fue la cumbre del horror y la destrucción. Se llamó 
Hiroshima y Nagasaki: y fue la Bomba Atómica.”
*Alas Alien-Año 4-Rosario-Argentina-Fuente:Hs:21:23-Investigacion-Publicacion:Alberto Costacurta Grossetti-http://alasalien.blogspot.com-Correo Electronico:arnold462009@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
     
 
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